domingo, 22 de abril de 2012

"Poderes", de Ursula K. Le Guin



Ursula K. Le Guin tiene muchas virtudes como escritora: crea mundos imaginarios absolutamente creíbles, sociedades con sistemas políticos coherentes, eutopías y distopías falibles, humanos de todas las formas y colores. Personajes de historias todos, desde el individuo hasta la comunidad, y de la comunidad al Ecumen, que parecen haber posado para una pintura realista más que haber surgido de la imaginación de la autora.
En algunos relatos pesa más alguna de las características señaladas, como pueden ser los personajes (o un personaje), sobre la verosimilitud del mundo, y en algunas de sus obras maestras consigue un equilibrio casi perfecto. Pero creo que siempre, en todas sus producciones, se nota un profundo respeto y, en algunos casos, amor por esos seres que sufren las peripecias que ella les impone.
Poderes no es de las obras maestras. Puede considerarse una obra menor, pensada para un público "juvenil" (como comentaba sobre Voces hace un tiempo), pero es tal la densidad del relato, de las transformaciones de la visión del mundo que vive el protagonista, desde su infancia feliz a su iniciación a una dura adolescencia y madura juventud, que realmente supera las otras dos entregas de la, hasta ahora (después de ver como Terramar pasó de 3 a 6 volúmenes, no me atrevo a cerrar el ciclo), trilogía de los Anales de la Costa Occidental.
Los tres libros tienen en común su característica de mostrar un tránsito (¿ritual de pasaje?) de la infancia a la adolescencia en diferentes regiones y países de la Costa Occidental, con esa mirada antropológica aguda heredada de su padre sobre las particularidades de cada sociedad. Creo que en este último alcanzó la madurez del universo que estaba creando y pudo realmente ver con los ojos de sus habitantes.

sábado, 21 de abril de 2012

En este sencillo post...



... informo a la audiencia que este blog es oficialmente nac&pop desde este día (por si no se notaba de antes).
La compañera Eva Row decidió incluirlo en su portal de la blogósfera nacional y popular, Luz de Almacén.
Muchas gracias, compañera.
Finalizamos el posteo por el día de hoy.

miércoles, 4 de abril de 2012

"Las piedras falaces de Marrakech", de Stephen Jay Gould


Esta es otra de las recopilaciones de ensayos de Stephen Jay Gould. Como siempre, rinde homenaje a Montaigne como inventor del género y combina en cada uno de ellos algunos temas singulares que le permiten abrir el juego a generalizaciones. No es de sus libros más movilizadores, pero mantiene los ejes habituales (historia de la ciencia, evolución, realidad versus relato, etc.) desde su particular iconoclastía moderada. Muy interesante su relación entre el incendio al que se atribuye ser la causa de la creación del Día Internacional de la Mujer y el darwinismo social (Historia de dos lugares de trabajo), así como las modas también marcan tendencia en las ciencias (La moda de Dolly y la pasión de Luis). Pero todos los ensayos tienen cosas brillantes y sin excepción dejan algo para pensar, precisamente, sobre nuestro modo de pensar.

lunes, 2 de abril de 2012

Lo que dicen los otros XXVIII

In evolution, as well as in politics, incumbency offers such powerful advantages that even a putatively more competent group may be forced into a long period of watchful waiting, hoping for an external stroke of good luck to pick up the reins of power. If fortune continues to smile, the new regime may even gain enough confidence to invent a comforting and commanding mythology about the inevitability of its necessary rise to power by gradually growing better and better--every day and in every way. 
En evolución, al igual que en política, el ejercicio del cargo ofrece ventajas tan potentes que incluso un grupo supuestamente más competente puede ser obligado a un largo período de espera vigilante, siempre atento a que una racha externa de buena suerte proporcione finalmente una oportunidad para agarrar las riendas del poder. Si la fortuna continúa sonriendo, el nuevo régimen puede obtener eventualmente la suficiente confianza para inventar una mitología, que conforte y se imponga, acerca de la inevitabilidad de su necesario ascenso al poder al hacerse cada vez mejor... cada día y en todos los aspectos.
Stephen Jay Gould, en el final de su ensayo De embriones y antepasados, en el libro Las piedras falaces de Marrakech.