domingo, 12 de junio de 2016

Lo que dicen los otros XXXV: Roger Penrose, los caminantes sin camino entre las cuerdas y la realidad (cuántica).


   Imaginemos un turista que trata de localizar un edificio concreto en una ciudad enorme y desconocida. No hay nombres de calles (o al menos ninguno que tenga sentido para el turista), no hay mapas y el cielo, totalmente cubierto, no ofrece indicio alguno de cuáles sean las direcciones norte, sur, o cualquier otra. A menudo hay una bifurcación en la carretera. ¿Debe el turista girar a la izquierda o a la derecha, o quizá tomar ese atractivo pasadizo oculto a un lado? Frecuentemente, los giros no son en ángulo recto y las carreteras apenas son rectas. En ocasiones, la ruta es un callejón sin salida, de modo que hay que desandar el camino y tomar otro derrotero. A veces puede abrirse una ruta que nadie ha advertido antes. No hay nadie para preguntarle por el camino; en cualquier caso, la lengua local es desconocida. Al menos el turista sabe que el edificio que está buscando tiene una elegancia sublime, con un jardín muy bello. Esa, después de todo, es una de las razones principales para buscarlo. Y algunas de las calles que elige el turista tienen un atractivo estético más obvio que otras, con una arquitectura más atractiva y bellos patios adornados con soberbios arbustos y flores, que a veces, tras un examen riguroso, pueden resultar de plástico. Hay muchas elecciones implicadas en la ruta a seguir, y para cada elección la única guía del turista es el atractivo estético de la zona, junto con cierta sensación de una consistencia global, de estilo, o de algún tipo de pauta subyacente imaginada para la ciudad.
   Ahora supongamos que usted es el turista, pero forma parte de un grupo conducido por un guía turístico de una inteligencia, conocimiento y sensibilidad impresionantes; el único problema es que, en este caso, el guía no tiene ningún conocimiento previo de la ciudad y nunca antes ha oído hablar la lengua del lugar. Quizá crea que el guía tiene mejores intuiciones estéticas que usted, y de hecho llega antes que usted a valorar estas cosas. En ocasiones, la sensibilidad del guía hacia las pautas ocultas localiza un edificio de una elegancia particularmente sofisticada. Pero, en esencia, los criterios no son muy diferentes de los que usted mismo podría utilizar. Si usted sigue al grupo, al menos tendrá la compañía de los otros, y puede hablarles de la arquitectura que les rodea y compartir la excitación de la búsqueda de su objetivo común. Incluso si no espera encontrar dicho objetivo, usted disfruta con la búsqueda. Pero tal vez, por el contrario, usted prefiera ir a su aire, cuando empieza a sospechar cada vez con más fuerza que el guía no sabe más que usted acerca de cómo encontrar el objetivo. Cada elección sucesiva de rumbo es una apuesta, y en muchas ocasiones quizá sienta que una elección diferente ofrecía más promesas que aquella que realmente ha elegido el guía...
Sir Roger Penrose, El camino a la realidadCapítulo 31.6 - Hacia una teoría de cuerdas del universo, Editorial Debate.