sábado, 29 de enero de 2011

Lo que dicen los otros XXV: Walter Murch muy (holo)gráfico


Walter Murch, maestro de montajistas y un verdadero renacentista de nuestro tiempo, le escribió a Roger Ebert, decano de los críticos de cine, una carta sobre el 3D en el cine que Ebert publicó en su blog.
La carta dice más o menos esto (traducción mía, con todo los errores que eso puede implicar):
Hola, Roger.
Leí tu nota sobre "The Green Hornet" y aunque no vi la película, estoy de acuerdo con tus comentarios acerca el 3D.
La imagen 3D es oscura, como mencionaste (alrededor de un paso de apertura más oscura) y pequeña. De algún modo los anteojos "juntan" la imagen - incluso en una pantalla Imax enorme - y hacen que parezca la mitad de extensa que la misma cuando se mira sin los anteojos.
Edité un film en 3D allá por los 80s - "Captain Eo" - y también noté que el movimiento horizontal produce estrobo mucho antes en 3D que en 2D. Eso era verdad entonces y lo sigue siendo ahora. Esto tiene que ver con la cantidad de poder cerebral dedicado a estudiar los bordes de las cosas. Mientras más concientes somos de los bordes, antes aparece el estrobo.
El mayor problema con el 3D es, sin embargo, el de "convergencia/foco". Una par de los otros asuntos - oscuridad y "pequeñez" - son al menos teóricamente solucionables. Pero el problema más profundo es que el público debe enfocar sus ojos en el plano de la pantalla - digamos que a 25 metros. Esto es constante siempre.
Pero sus ojos deben converger a tal vez 3 metros, después a 20 y luego a 35 metros, y así sucesivamente, dependiendo en cuál es la ilusión. Entonces, las películas 3D requieren que enfoquemos a una distancia y converjamos a otra. Y en 600 millones de años de evolución nunca antes se había presentado este problema. Todas las cosas vivas con ojos siempre enfocaron y convergieron su mirada en el mismo punto.
Si miramos el salero sobre la mesa, cercano a nosotros, enfocamos a dos metros y nuestros ojos se tuercen hacia adentro para converger a dos metros. Imaginate la base de un triángulo entre tus ojos y el vértice del triángulo descansando en lo que estás mirando. Si entonces mirás por la ventana enfocás a veinte metros y también tus ojos convergen a veinte metros. Ese triángulo imaginario se ha ahora "abierto" tanto como para que tus líneas de visión estén ahora casi - casi- paralelas.
Nosotros podemos hacer esto. Las películas 3D no funcionarían si no pudiéramos. Pero es como palmearse la cabeza mientras te frotás la panza al mismo tiempo: difícil. Por eso la "CPU" de nuestro cerebro perceptual tiene que trabajar muy duro, y eso es lo que hace que a los 20 minutos a mucha gente le duela la cabeza. Ellos están haciendo algo para los que 600 millones de años de evolución nunca los prepararó. Este es un problema profundo, que ningún ajuste técnico puede arreglar. Nada menos que producir verdaderas imágenes "holográficas" lo va a arreglar.
Consecuentemente, la edición de films 3D no puede ser tan rápida como en películas 2D, porque este cambio de convergencia: le lleva al cerebro y al ojo un número de milisegundos "entender" cual es el espacio de cada toma y ajustarse.
Y, por último, el tema de la inmersión. Las películas 3D le recuerdan al público que están en una cierta "perspectiva" en relación con la imagen. Esto es casi un truco brechtiano. Si la historia de la película realmente atrapó a la audiencia, ellos están "en" la película en una especie de "espacio sin espacio" similar a los sueños. Por eso, una buena historia te dará más dimensionalidad de la que nunca podrás manejar.
Entonces: oscura, pequeña, da dolores de cabeza, alienante. Y cara. La pregunta es: ¿cuánto falta para que la gente se de cuenta y se harte?
Con los mejores deseos,
Walter Murch
 Murch indica todos los problemas técnicos del 3D actual, desde el punto de vista de la percepción del espectador. Pero me parece que lo más importante es su hincapié, acertadísimo, en la experiencia que representa ver una buena película. O al menos atrapante.
La inmersión no viene del formato, que, como en este caso, puede jugar en contra, sino de la historia y el modo de contarla.
Y por supuesto, al pasar, menciona el por qué de la moda actual: las películas 3D son caras. De hacer y de ver. Un sólo producto mueve más plata que los más caros en 2D.
Pero basta de cháchara después de haber leído la claridad del maestro.

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