Y nos atrapa a mí y a Augusto Costhanzo.
Finalmente, luego de idas y vueltas después de los acontecimientos que relato en la entrada Red de redes, nos pudimos sentar cara a cara a almorzar.
Realmente, un momento genial y de gran disfrute personal. Y mutuo.
Muchas gracias, Augusto por el buen momento.
Ya nos veremos de nuevo, con otras almas perdidas y con ganas de seguir hablando de tantas cosas que apenas bocetamos.
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