Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos. Y si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan. Aunque vivan cien años sus víctimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos, bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún derecho, ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones.
Gral. Valle, en la carta que le envió al Gral. Aramburu cuando éste firmó el decreto de fusilamiento, tras el alzamiento de 1956.
Ilustración: El 3 de mayo de 1808, de Goya (curiosamente, mi papá lo tenía colgado encima de la cama que yo usaba cuando la pasaba con él en Tucumán)
Me conmueve mucho, y se me ocurre pensar... si somos minimamente concientes, nos quedamos con nuestra suerte, porque es en algun grado lo que elegimos. Los que asesinan tambien.
ResponderBorrarQue suerte les pesa mas a los muertos?
Sólo los muertos lo saben y ninguno suelta prenda.
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