jueves, 5 de abril de 2007

300

Todos hablan de 300.
¿Por qué ser menos?
Una película que contiene o pertenece a tantos de mis intereses y pasiones: historia, guerra, cómics, griegos, epopeyas en espacios cerrados, actos heroicos y desesperados, imágenes cautivantes, hombres musculosos semidesnudos (¡ups! ¿Lo dije o lo pensé?)... Obvio que tengo algo que decir también.
Antes de verla había leído un montón (pero supongo que una ínfima parte) de todo lo que se escribió al respecto, escuchado el "boca a boca" ( "teclado a pantalla" en muchos casos) y en seguida me produjo un ruido con lo que recordaba del cómic que leí hace unos meses. Así que, ya que leí tanto pre-digerido, decidí que necesitaba refrescarme en las fuentes y volví a leer la novela gráfica antes de ir al cine.
Con Miller, leer no es tan importante como mirar. Su fuerte, aún sobre su condición de guionista, es su capacidad de transmitir él con su dibujo o a través de otros dibujantes un relato que reside más en la diagramación que en la palabra. Un relato en que no sólo lo escrito y lo dibujado cuentan, si no que también como se ven en el conjunto de la página. Tener en cuenta esto, la capacidad de transmitir significados más allá de lo directo y a través de la composición, es importante para entender algunas cosas que no son tan inocentes como parecen en la película y que todo "trabajador de la imagen" conoce y usa (o abusa).
Después de la excelente adaptación que hicieron en conjunto Robert Rodríguez y el mismo Miller de Sin City, realmente esperaba con ganas esta peli. Como dije antes, toca muchos de los tópicos que me interesan.
Bueno... Perdón si divago un poco a diferentes temas y me voy por las ramas constantemente. Y mis disculpas si esto lo lee alguien que no vio la película o leyó el cómic (por suerte, que diga el final no cambia nada, salvo para algún descolgado o educado fuera de nuestro paradigma occidental).
Lo que se vive en la película no es lo mismo que en la historieta, ni desde el relato, ni desde la ideología... Ni siquiera desde la historia...
Esto en sí no es malo, porque para hacer una buena adaptación a un medio diferente, generalmente hay que retorcer el producto original hasta convertirlo en algo potable en el nuevo formato. Pero lo curioso es que la adaptación en este caso parece, si se la mira a vuelo de pájaro, un calco visual y punto por punto a nivel relato del original.
¿Dónde está la diferencia?
Vamos tan ordenadamente como viene a mi cabeza...
Leónidas en la película advierte al mensajero de Jerjes que será responsable por sus palabras y este se horroriza cuando Gorgo, la reina, lo insulta (porque, de hecho, lo trató como menos que hombre), contestando de mala manera. Entonces, cuando Leónidas lo tira al foso, lo hace después de un mensaje edificador sobre el insulto que le hace a su reina y sobre la responsabilidad del uso de la palabra. Esto en el cómic es muy diferente: Gorgo no habla, al mensajero los espartanos lo tratan con socarronería desde el principio y Leónidas lo tira al foso por el mensaje que él quiere mandar, no por lo que haya dicho (mucho menos por insultar a la reina).
Gorgo no tiene el peso que le da la película. De hecho, toda la subtrama política de Esparta es "original" de la peli (esto incluye el discurso del "freedom isn't free and we pay for it with blood"). Esto es lo más evidente y hasta cierto punto no muy molesto... Es que si no, todos los personajes femeninos hubieran sido esclavas de un tipo o de otro, algo impensable para Hollywood. ¡Hubieran parecido mujeres viviendo en las condiciones en que vivían en el siglo IV a.C.! Ok. En Esparta tenían más "libertad", como que podían heredar bienes de sus maridos y participaban en muchas actividades en conjunto antes de casarse, sobre todo deportivas. Y andaban medio desnudas por ahí. Pero no eran oradoras. Sus maridos las podían prestar a sus amigos o guerreros jóvenes para engendrar más espartanos... De hecho, era común que se esperara de ellas que siguieran engendrando espartanos cuando sus maridos pasaban años en campaña.
Frenemos acá un instante para pensar un poco en esto, porque a partir de acá es cuando la obra de Miller y la de Snyder se separan y empiezan a tomar derroteros totalmente diferentes.
Pongámonos en el contexto histórico: estamos a 10 años de que los atenienses les patearon el culo a los persas en Maratón. Los espartanos se la perdieron.
Leónidas es un rey de alrededor de 50 años de edad, casi al borde de la expectativa de vida en esa época y definitivamente entrado en la senectud (en esa época, repito para las almas sensibles). Un espartano desde que nacía hasta que moría se preparaba para pelear. De hecho, se preparaba para tener una buena muerte en batalla. Una batalla para un espartano era como el cumpleaños de quince o el Bar Mitzvá. Se pasaban horas peinándose y poniéndose aceite mutuamente antes de la pelea. Imagínense para un rey de Esparta. Uno que en plenitud de sus fuerzas vio escaparse la oportunidad de cubrirse de honor contra los bárbaros de Darío y ahora se le escapa, lentamente, la vida, sin otra ocupación que masacrar alguna aldea de ilotas (esclavos de Esparta) de vez en cuando. No hay gloria en la rutina.
Entonces, ¿les parece que haya matado a los mensajeros porque insultaron a su esposa o porque pensara en lo mejor para Esparta?
Si todavía no les convence esta explicación, ahondemos un poco más en lo que podría haber sido la mente de un espartano. Ya de movida, el hecho de que llegara a tomar conciencia de sí es un asunto de suerte. Una verruga mal puesta cuando nació, ¡ñácate! ¡Al acantilado! Después, la antítesis de "los únicos privilegiados son los niños"; en Esparta los únicos privilegiados eran los fuertes y no hay nada más débil que un niño. Para cuando llegaban a los 7 años, seguramente habían sufrido más humillaciones y vejámenes que nosotros en toda nuestra vida, eso mientras vivían con sus familias. A partir de los 7, se los alejaba de los suyos (pero recuerden que estas familia también eran de espartanos), y en la agogé, las humillaciones y los vejámenes se sistematizaban con el objeto de volver al niño un espartano, esto es, un guerrero que sólo responde a Esparta. Se les enseñaba a robar, a matar, a ser crueles con los débiles, a mantenerse callados (la palabra "lacónico" viene de Lacedemonia=Esparta; esto los convirtió, al contrario del resto de Grecia, tan abocada a la retórica, en maestros de la respuesta irónica y cortita, el "one liner" del sitcom yankee) y, por supuesto, a amar a un compañero mayor. Lo que se conseguía era más que un soldado: era un psicópata perfecto. Si tenía algo de humano o sensible, era reprimido sin piedad.
Ahora, ¿sigue pareciendo tan "inocente" la matanza de los mensajeros, la provocación a Jerjes, este proto Golfo de Tonkín?
En el cómic no tiene nada de inocente, simplemente pasa. En el film se lo justifica.
Ya tenemos dos personajes, dos Leónidas, completamente diferentes, por un simple discursito justificativo.
Sigamos adelante con algunas pequeñeces.
Se prepara Leónidas con sus 300 para irse, uno de ellos se adelanta y grita: "Estoy contigo hasta la muerte", Leónidas lo mira y se sonríe. Sigue adelante... En la historieta, esa situación está, pero en la última noche, cuando se saben rodeados y después que Leónidas les dice que van a quedarse ahí a pelear hasta el final. Ahí salta el tipo con su frasecita... La respuesta de Leónidas es "lacónica": "No te estaba preguntando, espartano". Clarísimo... Esa era la libertad que tenían los espartanos...
Volvemos al tiempo de la película y seguimos ahí, a punto de irnos con los 300.
Cuando le preguntan que deben hacer, Leónidas simplemente les recuerda su deber como espartanos: reproducirse. En la peli lo hacen aparecer como un insulto.
Ni hablemos de la despedida con Gorgo. En el cómic, Gorgo se entera que se va en ese mismo momento, no la noche anterior. Su comentario: "Por eso estabas tan entusiasta anoche". Lo despide con la típica frase espartana que nos enseñan en la secundaria: "Vuelve con el escudo o sobre él" y punto... En la película tenemos hasta un intercambio de objetos. Que no sería tan terrible si no fuera por como banaliza a posteriori el mensaje que el rey (no) envía por Dilios.
La marcha que nos cuenta Miller es un constante recordatorio de la dureza y crueldad de los espartanos. El castigo físico a la debilidad. El "baile" permanente al que se somete a los soldados. El capitán recibe una golpiza que lo duerme del propio Leónidas, por haberse propasado con una golpiza que le estaba dando a Stelios, que se la merecía por haber tropezado...
La marcha que nos cuenta Snyder... Bueno, Snyder en realidad nos cuenta que los persas son muy malos y matan a todos en una aldea y los usan de decoración navideña.
¿Por qué? Porque si no, siguiendo con la historia de Miller, el próximo impacto de crueldad, los exploradores persas empalados y usados como argamasa, hubiera seguido mostrando a los espartanos como... espartanos, en lugar de paladines de la Nueva Era. Ahora, después de ver lo que hicieron los exploradores persas, la crueldad espartana es sólo una respuesta adecuada.
Después viene toda la parte de las peleas, bastante buenas, sobre todo en relación con otras del género de espadas y sandalias que hubo recientemente. Debo confesar que una buena pelea, bien filmada, me complace sobremanera. Casi que perdono la atrocidad que se hizo con La Ilíada en Troya al verlo a Aquiles pelear haciendo honor a su seudónimo, "el de los pies ligeros". Acá los combates están filmados de un modo no muy original después de Matrix, pero no abusan de los cortes como en otras y se enfocan en una acción de un personaje por vez, dándole a la acción una cierta coherencia y una estética que en general se extraña en otros intentos similares.
Por cierto, el rinoceronte y el gigante de los Inmortales, son originales de Snyder.
Los Inmortales... Miller exagera todo: Efialtes no es un simple jorobado, es un jorobado exagerado. Pero Snyder convierte al enemigo en bestias. Los Inmortales son bestias, no soldados preparados por años como los de Esparta. Hay bestias de todo tipo al servicio de Jerjes. ¡Ojo! No hay duda de que la corte de un rey de reyes de esa época debe haber sido un circo freak, pero acá hay una evidente bestialización de todo lo que no es griego.
Esto me recuerda algo que dijo el excelente historiador y execrable bushista de la primera hora Victor David Hanson (cuyo libro The Western Way of War está en la lista de recomendados para leer sobre las Termópilas en el graphic novel de Miller) en su crítica (elogiosa, por cierto) de la película: que la película refleja claramente como los griegos (y, por ende, los espartanos) se veían a sí mismos. No puedo dejar de pensar en Los Simpsons, cuando Homero piensa en sí mismo y se ve con un cuerpo atlético. Y algo de cierto hay: los griegos se veían como los iluminados en un mundo de bestias. Pero digamos que ahí se huele un poco más del tufillo post 9/11 que en muchas de las otras cosas que vengo puntualizando: lo que era exageración en la historieta de 1998, se convierte en deshumanización absoluta en la película del 2006.
La traición de Efialtes es otro punto (¿más?) de diferencia entre las dos obras. Va todo igual hasta que Leónidas le hace levantar el escudo y le dice que lo siente, que no puede pelear a su lado. Ahí, obviamente, en la película se lo suaviza con la sugerencia de que puede hacer tareas auxiliares. "Maldito seas, Leónidas" y ya sabemos que pasa.
En el comic book, Efialtes se da cuenta de que sus padres "se equivocaron" y hace él lo que debieran haber hecho ellos como buenos espartanos: salta de un risco (sin que Leónidas se mosquee por el asunto). Se hace pomada, pero sobrevive. Recién ahí, sintiéndose traicionado por sus propios dioses, decide vengarse de su destino. Si ni siquiera haciendo lo que debe hacer un espartano en su caso tiene éxito, debe buscar otra cosa.
En una escena posterior se lo ve conmovido por la crueldad innecesaria de los Inmortales a los que guía (no está en la película) y eso le da otro sentido a su alegato final con Leónidas: Efialtes realmente quiere que nadie muera y que todos ganen algo. No deja de ser un traidor, pero no es el monstruo traidor que pinta Snyder que se vende por un free pass a un burdel freak. Es un tipo traicionado a su vez por sus padres, su nación y sus dioses.
Otro detalle: la relación de Stelios no es con el hijo del capitán, si no con el capitán, y es una de burla y rebaja constante, incluyendo castigo físico directo, como en el episodio antecitado de la marcha. De que el capitán tiene un hijo no nos enteramos en la historieta hasta que lo matan y se vuelve loco, rompiendo la formación (mmmm... que ganas de hablar de la relación de la falange con la cultura de Esparta y con el cambio del ideal griego del guerrero de areté, homérico, al guerrero de sophrosine espartano... Que, por cierto, hasta cierto punto también subvierte la película: no se necesitaron tres hombres para controlarlo, si no para devolverlo a la formación).
En fin, vayamos al último punto, exclusivo de la película, absolutamente visual y de alto impacto ideológico: la muerte de Leónidas. Mejor dicho, la última imagen de Leónidas muerto, atravesado por flechas, los brazos abiertos en cruz.. Si, la perfecta iconografía cristiana... Eso que decía al principio de transmitir significados a través de la composición, ¿se acuerdan? Inmediatamente me vino a la memoria la primera vez que me di cuenta de esto, en mi adolescencia, mirando El Hombre Omega, pálida adaptación protagonizada por Charlton Heston del excelente libro de Richard Matheson Soy Leyenda. En esa adaptación, dan vuelta totalmente el sentido del libro y terminan convirtiendo al mandibuloso Heston en un mártir, que muere con los brazos extendidos, la cabeza volcada a un lado... Miller también usó el recurso en otra historieta (Daredevil Reborn, si mal no recuerdo) en una hermosa composición en que los cuadros tradicionales de la historieta dibujaban una cruz con el protagonista adentro. Pero con otro sentido.
Como dije antes, en fin... No voy a entrar en detalles sobre la incongruencia conceptual de esto. El mensaje, de todos modos, es claro.
¿Conclusiones? Es una película que apela a emociones primarias, pero a mí, que lloro con todas, no me emocionó ni un poquito. Yo lloro con El viento y el león en la parte en que los árabes pisotean el oro que les dan los europeos por traicionar al Raisuli (¿se escribía así?). En serio. Todas las veces que la veo.
Visualmente y cinemáticamente, es impecable, aún en su manera burda de transmitir algunos mensajes.
Le falta ritmo. Le falta substancia.
Que no hablen de los 600 griegos que se quedaron con los 300 vaya y pase porque se habla de la leyenda, el mito, de esos 300.
¿Es tan bushista como la pintan? No se... Mucho de lo que parece ideología neocon en un primer vistazo, también se puede explicar por la simple edulcoración a que propende todo producto de Hollywood, de izquierda, de derecha o del medio. Los buenos deben ser buenos. No pueden ser una banda de psicópatas peleando por un capricho de un rey al que se le pasa el cuarto de hora sin gloria. Entonces, pelean por La Libertad (o, como se escapó en uno de los discursitos de entre batallas, "las libertades", que automáticamente nos remite a "las libertades civiles", que brillaban por su ausencia incluso en el contexto casi naif de la película), la Razón, la Justicia.
Eso, intencionadamente o no, pone la película en el campo de la propaganda bélica.
Una pena.

Acualicé esta entrada como 700.

2 comentarios:

  1. Por acá, solo Rodrigo Santoro como Jerjes y nada más. La prensa especializada és más pobre de espirito que de opinión.

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  2. jajaja.
    Peor es cuando hablan sin saber...

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